Cellula Ommis cellula et cellula . Apotema de Rudolf Virchow.

En “Cellula” el propio cuerpo es material para las fotografías, la piel se convierte en un paisaje privilegiado reflejo de los fantasmas más íntimos del inconsciente y de las secuelas terapéuticas de la enfermedad, concretamente del proceso curativo del cáncer metastásico de mama.Con las incisiones y heridas de los tratamientos médicos sobre la piel, el elemento más visible del cuerpo para el otro, nos acercamos a las prácticas religiosas de los pueblos primitivos; escaras, corte…. Mostrando un paisaje de piel hecho de sufrimiento que nos habla de un cuerpo vulnerable consecuencia de una singularidad femenina herida El contenido de esta agresión y violencia, no deja de tener un profundo carácter simbólico de dolor y sacrificio vital purificador como experimentación física.El cuerpo enfermo se hace piel, se desacraliza, rompe con la armonía de la forma, se descompone, se vacía y se mimetiza con el paisaje vegetal.

Las raíces de las plantas se atornillan al suelo y funcionan como un taladro, penetrando en la tierra. Del mismo modo, a tenor de estudios médicos, las células cancerosas atacan los tejidos sanos y se atornillan a ellos cuando se expanden en la metástasis y hacen crecer los tumores. Vegetales invasores que se metamorfosean y son un reflejo del cuerpo interno deconstruido.

Susan Sontag en la enfermedad y sus metáforas, afirma que “La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano, cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadanos de aquel otro lugar.”

Este territorio de la enfermedad necesita tomar el cuerpo como objeto, indagar su intimidad, los enigmas de su interior, observarlo con cierta distancia como si fuese un ente extraño, y nada mejor que las imágenes de las pruebas médicas desde su aportación estética sugiriéndonos lo sublime incluso lo terrible , como consecuencia de la organicidad del cuerpo y su degeneración.

Atosa, la reina Persa que envolvía su pecho enfermo en un lienzo para ocultarlo y luego, en un ataque de furia hizo que un esclavo lo cercenara con un cuchillo para librarse de su enfermedad, ignoraba que su mal venía de una sola célula que había crecido sin control, sin barreras. La división celular nos permite existir como organismo, pero estas células invasivas son la visión más perfecta de nosotros mismos que nos mata.

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